23/03/2013
Hay que acordarse de los amigos |
Sin embargo, la aventura nos depara otra sorpresa. De camino el calor pasa factura y debemos esperar a que el motor baje su temperatura (toca picnic junto a una aldea a la sombra de un árbol); es un día de transición del norte del país al centro, un peaje que hay que pagar.
Junto a la carretera paramos para comprar unos cestos típicos a una senegalesa muy guapa con los rasgos muy marcados. Sin duda las mujeres senegalesas son, en muchos casos, de una belleza que llama la atención.
Llegamos al hotel más cultural y bohemio del viaje. Casas que parecen sacadas de un cuento, un conjunto de edificios que parecen transportarnos de años a. Y de fondo percusión y danza; están ensayando en el teatro que se esconde tras uno de estos bucólicos edificios iluminados por las estrellas y la luna casi llena que tenemos justo encima.
Ya estamos sumergidos en la noche de la percusión y la danza en el Sobo Dabe junto al mar.
PD si no tienes paciencia África no es para ti.
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